
Todas estas ideas que pueden resultar más o menos coherentes sobre el papel (aunque en ocasiones no llegan ni siquiera al mismo), muchas veces se quedan allí.
Tenemos que creer en las ideas y establecer las condiciones necesarias para que todas ellas se den.
A veces no se convierten en realidad simplemente porque no nos las creemos, otras porque no se nos permite construir juntos (faltan tiempos para compartir y crear), otras porque los presupuestos del colegio no respaldan las medidas que se plantean, otras porque la rutina y las costumbres pueden más que ellas, otras por comodidad, otras porque el día a día nos puede, otras por miedos que llevan a oponer resistencias férreas.
El camino parece sencillo. Empecemos por creernos las ideas y generemos espacios para el diálogo y el análisis de lo que hacemos y de cómo lo hacemos. Tengamos actitud de escucha y de construcción compartida. Y por supuesto, tengamos buena memoria: no nos olvidemos de las ideas.
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